Por Ana Belver

Nos identificamos con máscaras que vamos sacando de la chistera a lo largo de nuestras vidas, adaptándonos a las diferentes situaciones que la vida nos presenta. En ese proceso, nos alejamos de lo que verdaderamente somos y nos perdemos, sin vernos ni dejarnos ver. Nos creamos uno o varios personajes, construidos con sistemas de defensa –nuestra propia neurosis– que nos protegen ante el miedo ontológico y la angustia existencial. Parafraseando a Gurdjieff: “no nos conocemos, solo nos suponemos”.
Para escapar de la cárcel del ego, necesitamos deshacernos de esas máscaras y romper con esos trajes. No se trata de atacar al ego, pues cumple una función esencial en nuestra experiencia en la Tierra, sino de abogar por el autoconocimiento. Solo así podemos construir un “traje” a medida y ajustarlo a las experiencias que vamos viviendo en el devenir de nuestra existencia. Como diría Kafka: "Destrúyete para conocerte; constrúyete para sorprenderte. Lo importante no es solo ser, sino transformarse."
Es cuestión de valentía hacernos esta pregunta fundamental: ¿Quién soy? Porque hoy somos de una forma, pero mañana seremos diferentes, y así sucesivamente. Una vez más, C.G. Jung acierta al decir: "La gente hará cualquier cosa, por absurda que parezca, para evitar enfrentarse a su propia alma."
Recomendable sería dejar de utilizar los personajes del pasado que hemos ido creando para utilizarlos en la actualidad. Esa experiencia expiró, ya la burbuja que se creó entonces es inexistente. Construir nuevas posibilidades, otros caminos y otras rutas que nos permitan andar como seres completos e indivisibles, aunando todas nuestras partes.
¿Cómo podemos aunar todas las partes de nuestro ser?
Recapitular y hacer retrospectiva permite integrar y comprender las partes de nosotros mismos que tal vez ya no existen, pero que merecen un reconocimiento.
Diario de Reflexión: Dedicar unos minutos al final del día para escribir sobre emociones, pensamientos o eventos significativos ayuda a clarificar patrones personales y áreas de crecimiento. Con el tiempo, este hábito nos facilita el autoconocimiento y promueve una mayor conciencia de sí.
Meditación y Atención Plena: La práctica de la atención plena permite observar pensamientos y emociones sin juicio. Esto contribuye a una comprensión más profunda de nuestros mecanismos internos, ayudándonos a tomar distancia del "yo" y de los pensamientos automáticos que a menudo lo configuran.
Preguntas de Autoanálisis: Reflexionar a través de preguntas específicas como “¿Qué me motiva realmente?”, “¿Qué detiene mi crecimiento?” o “¿Cuáles son mis valores fundamentales?” ayuda a identificar potencialidades, áreas de mejora.
Visualización de Metas y Autocompasión: Tener una visión clara de quién queremos ser, trabajar en nuestros valores y visualizar las metas puede servir como brújula en momentos de cambio. Practicar la autocompasión es clave para desarrollar un autoconocimiento profundo que permita crecer desde el respeto y la amabilidad hacia uno mismo.
Seguir la Intuición: al permitirnos trabajar en nosotros con honestidad alentamos que surjan deseos profundos que si les prestamos atención guiarán nuestros pasos hacia donde realmente queremos llegar.
Comments